La mansión se alza imponente en la noche cerrada cuando el convoy de vehículos atraviesa la entrada principal de la mansión Corleone. Los guardias abren las puertas sin demora y siguen con la mirada la camioneta en la que viajan Renatto e Isabella. Apenas detienen el auto, Riccardo da órdenes y el médico de confianza de la familia corre hacia ellos.
—¡Llévenlo a su habitación ahora mismo! —ordena Riccardo con voz firme, apartando a cualquiera que intente acercarse sin motivo.
Isabella no se separa de Renatto ni un solo momento mientras lo llevan con cuidado a la casa. Su rostro está cubierto de polvo, sudor y rastros de sangre, pero su atención está completamente enfocada en él. Sus heridas son graves y cada minuto perdido puede costarle la vida.
—¿Alonzo? —su voz, la preocupación de alguien que piensa en todo.
—Dorm