La rutina vuelve a establecerse en la mansión Corleone. Isabella continúa con sus clases diarias para Alonzo, enseñándole no solo las lecciones académicas, sino también los pequeños trucos para pensar de manera crítica, algo que el niño absorbe con entusiasmo. Renatto observa desde la distancia, manteniendo su habitual máscara de frialdad, aunque sus ojos oscuros la siguen más de lo que él mismo quiere admitir.
Un día, Isabella solicita su salida mensual. Renatto, aún receloso después de todo lo ocurrido, acepta, pero esta vez asigna a seis hombres para que la acompañen. La escolta es rígida, sin margen para desvíos nada más que para comprar lo necesario, y los informes que le llegan son siempre los mismos, Isabella hace una pequeña compra de comestibles y luego se encierra en su casa. Las cortinas permanecen cerradas. Las l