A la mañana siguiente, el sol había salido de nuevo tan brillante como siempre. Ambos se vistieron, a pesar de que su ropa se encontraba aun húmeda y salieron de aquella cabaña, tratando de regresar a la casa.
El camino se encontraba en terrible estado, había varios árboles caídos y el terreno se encontraba tan fangoso que sus pies se hundían de forma inevitable en el lodo.
Habían estado caminando por cerca de una hora y por desgracia no habían conseguido avanzar mucho. Thomas esperaba constantemente a Catherine, para quien el andar se dificultaba debido al volumen de su vestido. Sin embargo, eso no le importaba y es que por primera vez desde que se conocieron, se mostró verdaderamente consciente de ella y de lo que necesitaba.
—A este paso llegaremos al anochecer —comento de pronto y no como una crítica, sino que era la verdad.
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