Mikel tomó asiento e inmediatamente Astrid rodeó sus hombros con el brazo, como marcando terreno. Isabella notó el gesto que gritaba “propiedad privada” y le causó gracia, así que desvió un poco la mirada y se rio por lo bajo.
« Astrid es una idiota si cree que en realidad estoy genuinamente interesada en ese pelele, nunca volvería a verlo de esa forma, ¡No hay nada que pueda hacer para que le perdone tanto dolor! »
— Sé que voy a arrepentirme de preguntar esto, pero… ¿De qué hablaban? — Miel dijo a modo de broma.
— Tu esposa me contaba una historia muy variopinta, Mikel, algo sobre una vieja amiga suya — Mirando a Astrid e interpelándola a soltar la lengua, quería ver que tan atrevida sería con el tema, si hablaría abiertamente sobre la trampa que le había puesto hacía muchos años, o