Astrid seguía mirando a la otra mujer con más confusión que otra cosa, casi había estado segura de que era Elisa, por un momento lo pensó de verdad, ¿Y si se había equivocado? ¡Oh, no, Mikel! ¡Mikel la odiaría, estaba acabada!
— No comprendo su risa, ¿Qué es tan gracioso?
— Es que es tan improbable que suceda una cosa así, esa mujer de la que me habla debió ser muy estúpida para no darse cuenta de que varios de sus amantes la esperaban en el mismo lugar, sinceramente, la historia es buena, ¡Pero es totalmente inverosímil! — Comentó de forma tan casual que Astrid continuaba llena de interrogantes y ninguna aclaratoria.
— ¿No me cree? — La pregunta retumbó más en su propia cabeza que en la Isabella Lennox, rindiéndose al fin a lo evidente: ¡Se había equivocado! Esa mujer no