MIA
En un abrir y cerrar de ojos levanta mi mentón, la fiereza que palpita en sus pupilas hace que me quede muy quieta, mientras comienza a acercar su rostro al mío, ¿qué intenta? Cuando lo comprendo, cuando sus labios están rozando los míos, abro los ojos como platos y justo en ese instante el sonido del elevador suena de nuevo.
—¡Maldita sea, Mía!
La voz rabiosa de Lance hace que me aparte de él, mi corazón nunca se había acelerado tanto, este no es un comportamiento propio de mí, cuando miro a mi prometido acercarse de varias zancadas hacia nosotros, tomo mi distancia de Basil Sokolov.
—¡¿Qué haces con mi tío?!
Me sorprende que lo sea, y sé que debe haber una historia familiar que explique porque él no parece nada viejo, de hecho pareciera que apenas cumplirá los treinta. Lance no pierde el tiempo, no importa que no nos hayamos visto desde hace cuatro días o que está el hecho de que me secuestraron, él solo tira de mi brazo con fuerza haciendo que haga una mueca que refleja mi dolor.
—Seguro sabías que me han destituido y has venido expresamente a halagar a mi tío, ¿verdad? —Sisea con fuego en sus ojos oscuros, ajustando más su agarre, haciendo que sienta cómo se clavan los dedos de su mano en mi piel—. ¡Jamás imaginé esto de ti! ¡Creo que te he juzgado muy mal, Mía!
La confusión vino a mí por un instante, si Lance estaba aquí, bajando del elevador, ¿de quién era la risa que escuché en su despacho? Me muerdo el labio inferior, me parece que he cometido un error ahora mismo, soy yo quien pensó que Lance estaba jugando al tonto con Alisa. Por unos segundos me atreví a mirar al tío de mi prometido y este ladeó una sonrisa de media luna fugaz, apenas visible, pero ahí estaba.
—Te dije que te detuvieras —sus ojos se clavan en los míos y me evalúa.
Abro la boca para pedirle a Lance que hablemos a solas, debido a que la presencia de Basil Sokolov, hace que me tiemble cada extremidad, cuando la puerta del despacho de Lance se abre y no es Alisa a quien sale con dos hombres que reconozco como miembros importantes del consejo presidencial de la empresa, sino… Almira, mi suegra.
Cuando se da cuenta de que la estamos observando, su sonrisa se esfuma como magia y ahora parece furiosa al ver al nuevo presidente, ella se despide de los hombres sin siquiera mirarlos y luego camina con las mejillas teñidas de un rojo escandaloso hacia nosotros, solo porque no tiene más opción.
—Cariño —se dirige a Lance, a mí no me hace caso, supongo que sigue enojada por el asunto de anoche, en cambio, mira a Basil con desprecio—. Hola, Basil.
El hombre ni se inmuta.
—Almira, parece que los años ya se te notan más, sabes, deberíamos cenar juntos, después de todo, mi sobrino está por casarse, no me llegó la invitación, pero supongo que debió perderse —ironiza Basil con tranquilidad.
—Deja tu falsa cortesía, tío Basil —Lance tiene una expresión de pocos amigos—. No entiendo por qué vienes ahora, el abuelo incluso lleva fuera del país desde hace cinco años, es evidente que solo te estás aprovechando y has venido a robarme lo que por derecho me pertenece, y no estás invitado a mi boda.
Lance me toma del brazo con fuerza y me jala.
—¡Mía, andando!
—Pero…
—Tranquilo, sobrino, sé que tienes prisa por cambiarte de despacho, haré que uno de mis subordinados te ayude —Basil da un paso adelante—. En cuanto a la señorita Bennett, no puede irse, tengo un asunto que tratar con ella.
—¡Es mi prometida!
—Y mi subordinada, de ahora en adelante ella solo se reportará a mí.
Tenso el cuerpo. Basil se acerca a su sobrino y le susurra al oído, justo para que yo también escuche.
—Ella ahora es mía, querido sobrino.
Todo parece ser una nueva pesadilla, tiene que serlo, en cuanto Basil Sokolov dice aquellas palabras, suelta una carcajada que no solo me deja sin aliento por el hecho de que no es nada graciosa, sino, porque vienen a mí las imágenes de él disparando a aquellos hombres a sangre fría, él es peligroso, él es letal, y ahora es mi nuevo jefe.
—Hablo del trabajo, Lance —le da una palmada fuerte en el hombro a mi prometido—. No pienses mal.
Lance, furioso, me suelta y me mira con odio palpable.
—Cariño, deja que Basil haga las cosas a su manera —Almira rechina los dientes con rabia—. Mía, ve con tu nuevo maldito jefe a informarle lo que tengas que informar.
Miro a los tres de hito en hito, claramente esto iba más allá de simples asuntos de trabajo, esto era una guerra familiar, sí, era cierto que el abuelo de Lance, que viene siendo el padre de Basil, ha estado fuera del país por largos cinco años y solo ha tomado presencia el juntas importantes por medio de videollamada, ni siquiera lo conozco yo.
Lo que quiere decir que Basil sí ha tenido contacto con su padre, estoy tan confundida, ahora que tengo nuevo jefe, no me puedo permitir ofender a ninguno de los dos, él me salvó aunque sea un asesino, pero Lance es mi prometido…
—Andando —demandó Basil Sokolov.
Asiento lento, tratando de buscar cierto alivio en la mirada de Lance, no lo encuentro, él solo me mira con ese mismo desprecio que se parece tanto al de su madre. Sigo al nuevo CEO hasta el elevador, la verdad es que no quiero estar en un espacio tan reducido con este hombre, pero finjo estar cómoda, ambos sabemos quien es el otro.
Mientras subimos al último piso, el silencio me parece demasiado ensordecedor, no me mira, no me habla, las puertas del elevador se abren y al instante entramos a su oficina, cierra la puerta y enseguida baja las persianas de las ventanas que dan hacia los corredores, mientras mis ojos se agrandan con la vista de la enorme ventana que abarca toda una pared y muestra la ciudad.
—Es hermosa, ¿cierto?
Doy un respingo, no me puedo permitir bajar la guardia con este hombre, me doy la vuelta y me acerco hasta llegar delante de su escritorio, en donde ya ha tomado asiento él.
—¿Qué es lo que quiere de mí, señor Sokolov?
—Grant —me corrige—. Aquí por desgracia, tengo que usar apellido de mi padre.
Hay un nuevo silencio que se posiciona entre los dos.
—Bueno, ¿y qué puedo hacer por usted, señor Grant? Dudo que me haya traído aquí para mirarle fijamente —me obligo a empujar las palabras.
Su aura cambia radical, sus ojos grises me enfocan solo a mí, es como si cada espacio dentro de la habitación hubiera desaparecido.
—Seré directo contigo, señorita Bennett —su voz severa se filtra por mi piel—. Quiero que canceles tu compromiso con mi sobrino.
Una niebla rodea mi cabeza con pensamientos tóxicos.
—¿Te han comido la lengua los ratones, Mía Bennett? —su tono ya no es de broma, es de acero, insensible y despiadado, como un general que habla a su subordinado, y eso hace que salga de mi ensimismamiento de manera abrupta.
No, no se trata de una mala jugada, esto es real, él en verdad dijo aquellas palabras que me cuesta un mundo procesar.
—¿Qué? —hago una mueca y lo enfrento—. ¿Qué es lo que ha dicho?
—Me parece que has escuchado bien.
—No —un nudo se aprieta en la parte posterior de mi garganta—. Incluso siendo mi superior y tío de Lance, no tiene ningún derecho a entrometerse en mi vida privada.
—¿Estás segura de querer hablarme de ese modo? ¿De no hacer lo que te pido? —su pregunta es brutal en mi mente.
—Tómelo como quiera, pero mi vida privada está fuera de la laboral.
—Tengo una paciencia muy limitada, señorita Bennett, cancela el compromiso, no me gusta repetirme —sentencia.
MÍA Ambos nos quedamos en silencio. —No lo voy a hacer. —Lo harás, tengo planeado nombrarte jefe del departamento de diseño, aumentaré tu comisión por rendimiento, tengo entendido que no te han pagado bien en estos últimos años, es lo mismo que trabajar gratis. El alma se me cae a los pies al darme cuenta de que este hombre ya me ha estado investigando, ¿será él quien me mandó aquella caja? El solo recuerdo hace que me den escalofríos. —Ya no habrá retención de tu pago, he hablado con recursos humanos y he entrevistado a algunos de tus compañeros, el último proyecto salió bien gracias a ti, tu comisión será de 100,000 dólares y se te pagará junto con tu sueldo al mes —arguye con soltura, como si estuviera diciendo un proyecto que se sabe de memoria. Mi sangre todavía hierve cuando finaliza sus palabras, él prácticamente me está comprando, una sensación punzante cava en mi piel con el significado de sus palabras, Lance es lo único que tengo, es la única familia que conozco desde
MÍA—No es conmigo con quien tienes que tratar esto, si tienes dudas, trátalo con tu prometido —espeta con firmeza—. Entrégame los planos ahora.Hecha una furia, recojo mis cosas y le miro con desdén.—Todo está en el ordenador, búscalo tú mismo, si me disculpas, tengo que hablar con el vicepresidente.Diciendo esto, me alejo escuchando que me maldice cuando me doy la media vuelta.Para cuando llego a la nueva oficina de Lance, este ya ha llegado, me da la entrada, no se le ve nada contento debido a que el espacio es más reducido que el que tenía en la oficina presidencial.—Maldición, mi tío es un cabrón —brama mirando un par de documentos que están esparcidos por el escritorio—. ¿Terminaste de hablar con él? ¿Qué es lo que te ha dicho?—Quiero saber por qué revocaste mi posición, Lance, ni siquiera lo discutiste conmigo, así como la compra de los anillos y el vestido, ¿qué es lo que te sucede? —cambio el tema, lo que hace que levante la mirada.—Porque te vas a casar conmigo —dice f
NARRADOR OMNISCIENTESan Petersburgo, Rusia.Bajo los colores del atardecer de una de las ciudades más emblemáticas de Rusia, se encontraba Dimitri Sokolov, Vor y miembro importante de la Bratva, mano derecha de la actual líder. Mirando el paisaje que se le presentaba delante de él. Era un hombre castaño con destellos rubios, de ojos tan grises que eran casi blancos y de una tez pálida.—Señor.Fue interrumpido por uno de sus hombres, uno de los tantos Voyevikis que estaban a cargo de cuidar a la familia.—Tal y como lo había predicho, el UnderBoss ha regresado a Estados Unidos, a casa de su padre.Dimitri tensó el cuerpo, si su hermana menor estaba enfadada con tanta osadía que siempre había demostrado su hijo, o sea, su sobrino, él no se quedaba atrás, hacía apenas una semana que se había atrevido a menospreciar y cancelar su compromiso con Nicola Campbell, la única hija de Danilo Campbell, el capo de la mafia italiana, delante de tanta gente.No pudo esperar a hacerlo como un cabal
MÍACuando me levanto a la mañana siguiente, tengo el corazón masacrado por mi decisión de terminar con Lance, la cabeza me nada una y otra vez con todos los acontecimientos de los últimos días, ¿cómo es que mi vida pudo haber cambiado tanto en un abrir y cerrar de ojos? No hice nada malo, he tratado siempre de ir por el camino correcto, es algo que mi padre siempre me ha inculcado, pero ahora, todas esas enseñanzas parecen tan lejanas como nuestra relación de padre e hija.Me incorporo haciendo un recuento de los daños, me he quedado sin empleo, sin prometido y sin familia, realmente me siento tan sola, hoy es demasiado crudo, demasiado… real, marco el número de mi padre pero no me contesta, creí que al tener un número nuevo que él aún no ha registrado, atendería mi llamada, no es así, solo me manda al buzón.Hago un par de intentos más hasta que embotello todo el dolor que aplasta mi pecho, y lo arrojo a la nada, me arreglo, tengo que buscar un nuevo empleo, la renta no se paga sola
BASILTermino de escuchar cada una de las excusas que ponen todos referente al tema del plagio, al final, solo puedo notar en la junta directiva a dos personas tranquilas, si algo me enseñó la Bratva, es a leer a las personas para conseguir la verdad, el jefe del departamento de diseño no es, sus manos tiemblan no porque lo haya hecho, sino, porque me tiene miedo. Incluso Lance quien está tranquilo, regocijándose en silencio por el primer problema que tengo al tomar la presidencia que mi propio padre estuvo de acuerdo en darme, no es, pero hay algo que no me gusta de la mujer rubia, de ojos azules que está detrás de él susurrándole algo al oído, mientras le muestra un par de balances de una carpeta, que no me gusta, ella es… lo que llamo, un alacrán del que me debo cuidar. —Señor, juro que no tenía idea de… —balbucea Roberto James. Cansado de lo mismo, me pongo de pie y aliso mi traje, saliendo de la oficina sin decir nada más, no quiero que nadie pueda notar la rabia negra que rec
MÍACuando abro los ojos, los primeros rayos del sol hacen que los entrecierre, me toma dos segundos ordenar mis pensamientos y procesar los hechos de los últimos días, mi vida no solo dio un giro de ciento ochenta grados, ahora estoy sola, totalmente huérfana, el abogado de papá dijo que harán todo lo posible por encontrar sus restos, pero que no me haga muchas ilusiones al respecto, ya que es probable que nunca los encuentren. Un golpe más a mi corazón, hace años, cuando le dije a mi padre que quería presentarle a Lance, y lo vio, estando a solas me dijo que él no era un buen hombre para mí, que no confiaba en las intenciones que tenía conmigo. Luego de eso pasé un par de semanas tratando de que ellos dos fueran más cercanos, no funcionó, y la última noche que estuve con mi padre me puso un ultimátum, o dejaba a Lance o me quedaba sin herencia y sin su apoyo. Fue una decisión difícil, ya que amaba tanto a Lance, y él me prometió tanto también, que me pareció la cosa más fácil del m
No obtengo respuesta, él solo se queda sumido entre las sombras de la oscuridad, no le veo bien el rostro. —¿Trabajas aquí? Apenas estoy terminando de hablar, cuando él corre hacia mí, el miedo hace que corra en dirección contraria, grito pero es como si nadie me escuchara. Apenas llego a los primeros peldaños de las escaleras, cuando tiran de mis piernas y caigo. El impacto es ensordecedor. El aire se me atasca en la garganta y los pulmones me duelen, arden, un cuerpo pesado me aplasta al instante. —Muere.Es lo último que escucho antes de que tire de mi cabello con fuerza, me incorpore e intente acuchillarme. —¡No! Hasta que me libera y enseguida caigo al suelo, tratando de tomar una bocanada de aire puro. Todo me da vueltas, sin embargo, al levantar la mirada me encuentro con la presencia de un hombre que golpea al otro individuo que me atacó. Enseguida saca un arma y le dispara en la cabeza, al no escuchar la detonación pienso que es porque tiene silenciador. Cubro mi boca
MÍA Me congelo con las palabras y la presencia de Basil, por un segundo todo desaparece a mi alrededor, solo existimos él y yo en un plano diferente, hasta que la voz del abogado de mi padre, me saca de mi ensimismamiento. —Disculpe, ¿quién es usted y por qué ha entrado así? Espabilo viendo cómo Basil entra sin temor, siempre tan seguro de sí mismo. —Siento interrumpir, mi nombre es Basil Sokolov, y soy el jefe de la señorita Bennett, también un gran amigo de ella —se presenta con soltura dándole un estrecho apretón de manos al señor Jackson, quien lo mira con desconfianza. —¿Eso es cierto, señorita Bennett? —me pregunta buscando una respuesta clara. Quiero decirle que era mi jefe y que no somos amigos como afirma, pero la dura mirada de Basil hace que todo mi valor se esfume. —Sí, claro —carraspeo. —Está bien —Jackson cierra la carpeta—. Eso sería todo, me parece que tiene mucho que pensar, si decide quedarse en Roma, puede hacer uso de esta casa, en cuanto al dinero y