Al tomar el dinero de Reina Madre Leonor, la Gran Princesa gastó algo más y mandó a las fisgones de las tabernas y fondas a seguir difundiendo que Isabella no cumplía con su luto.
Viendo que en la residencia del Duque Defensor del Reino no había respuesta alguna, ni siquiera se atrevieron a salir, la Gran Princesa pensó que Isabella debía estar aterrada por las críticas externas y se sintió muy complacida.
Se había sobrestimado completamente al oponerse a ella.
Aprovechando la situación, continuó entrando al palacio para entrevistarse con el Rey, y le dijo que Benito había casado a Isabella, lo que representaba un riesgo para el Reino. Para el bienestar social, debería impedir que Isabella se casara con su hermano.
Ella pensó que el Rey, al escucharla, se pondría a reflexionar, pero para su sorpresa, él respondió con rostro severo y dijo:
—¿Qué está usted diciendo, tía? Benito y Isabella son ambos generales, recuperando el Sur del Reino y protegiendo el territorio. Ambos son leales a