Nefer se vio atacada de pronto por los labios del dios que chuparon su boca con ansias, pero no con desespero. Aun así, ella puso sus manos sobre su pecho y lo empujó hacia atrás para separarse solo unos milímetros.
-Te dije que no lo haríamos- le protestó seduciendo su cabeza.
-¿Ni siquiera un beso cachorra? Ni que te fuera a comer- él sonrió de lado pícaramente, aunque Nefer podía jurar que la estaba engañando con esos ojos de cachorro pidiendo algo.
-Como si no te conociera, maldito dios calenturiento, empiezas por un beso y terminas literal devorándome. Y no- ella se mantuvo firme, aunque sus brazos habían perdido su fuerza para mantenerlo alejado. Era como si su mismo cuerpo buscara volver a sentir se tan bien como cuando estaba con el dios, desnudos y gimiendo.
Anubis se dio cuenta de ello.
-Dile eso a tu cuerpo mi amor- recorrió la