Una, dos, tres gotas de sangre cayeron en el estanque y el agua comenzó a burbujear.
-Ves, te dije que no dolería- Ra soltó el brazo de Nefer y centró su atención en el Orbe.
La chica llevó su mano al pecho y miró la diminuta herida en su palma donde la sangre se negaba a dejar de salir.
-¿Qué hiciste?-
-Te dije que no tenía que torturarte para saber lo que quiero- sonrió complacido tomando de nuevo su mano mirando la mancha roja que no se detenía- La sangre puede decir más de tu vida que lo que imaginas-
Llevó la palma a sus labios y pasó la lengua por la herida coagulando la sangre a su paso. Tras la cálida sensación el picor de la herida disminuyó. Nefer miraba el rostro de Ra muy cerca hasta la mano, fascinada.
-Ven- lo soltó, descubramos tu pasado-
Ra se giró hacia el estanque y r