—Hernán, de verdad he considerado en serio la posibiidad de pasar el resto de la vida contigo. Pero tu familia no puede aceptarme. Pertenecemos a diferentes mundos.
Es imposible que nos convirtamos en pareja, por eso mejor no volveríamos a vernos.
Me liberé del agarre de Hernán y salí corriendo, dejándolo solo.
De hecho, ya me arrepentí de haber participado en esta fiesta de cumpleaños, y me sentía triste al hacer daño a alguien que me había gustado sinceramente durante tantos años.
Pero eran insoportables los insultos de los padres de Hernán y yo quería vivir con dignidad. Me esforcé por contener las lágrimas apretando los labios para evitar que se deslizaran.
Lola dudaba por un rato, pero al final me alcanzó y quería acompañarme. Le negué y continué caminando rápidamente hacia la puerta.
Hernán, ignorando las opiniones de sus padres, regresó para tomar la llave del auto y me dijo:
—Es mejor irme de aquí. Estaré contigo. ¿Quieres comer algo?
«Hoy puedes irte conmigo, ¿y mañana? ¿Y p