32. ÉL NADA CON LA CORRIENTE
EL
La tenía sentada en mi erección, intentaba por todos los medios reprimir el creciente deseo de tomarla así como estaba; tenía sus piernas rodeando mi cintura, le pase las manos por las piernas hasta el trasero y se lo apriete.
Es tan carnosa y se desborda de todos los lugares correctos que casi es un crimen tenerla escondida en el bosque. Pero luego recordé a los hombres desnudos del palacio y como me interpuse entre ellos. No quería que nadie la viera, “ella es mía”; estaba celoso aunque lo niegue.
-No quiero lastimarte, tomarte con ese cuerpo tan pequeño solo podría herirte. - le masaje el trasero con suavidad, estaba muy calmada. - ¿No dirás nada?.-
Ella solo me miraba con esos enormes ojos dorados, su labio inferior regordete era como una manzana acaramelada, brillaba seductoramente, buscando que la mordiera.
-Besame Rey Alfa. - me pasó las manos por el cabello y levantó el rostro hasta pegar su frente a la mía. No dejaba de provocar, pasando su mejilla por la mía y sus manos p