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Estaba terminando de revisar los documentos que me entregaron, cerré la carpeta de documentos y la entregue al joven Askin.
-¿Dónde está la señora?. - Sólo giré el rostro hacia el chico mientras sonreía.
-Mi señor, nuestra señora y las demás señoritas están. -se aclaró la garganta con fuerza mientras apretaba la carpeta entre sus manos. -Ellas están, bueno; ¡carajo!. - maldijo en el otro idioma.
“Suena a que están causando problemas”, me mofe para mis adentros.
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