CAPÍTULO DIECISIETE. INFRACCIONES.
Llegamos aún hangar o un andén horroroso y lúgubre del cual desconozco su ubicación pero que estoy segura de que mi guardaespaldas particular usa este sitio como lugar de interrogatorios para los pobres individuos que le caen mal.
Porque el ojos de gato traicionero le cae mal.
— ¿En serio en este lugar John? - lo miro y capto su hermosa sonrisa —. No creo que sea buena idea tener a este sujeto acá si no queremos que todo el departamento de policía de Nueva York nos caiga encima - no deja de sonreír y me parece que no me presta atención — ¿Siquiera escuchaste lo que te estoy diciendo?
— Claro qué te estoy escuchando Anette y te puedo asegurar que el imbécil estará fuera de aquí antes que lo extrañen en el departamento de policía, no te preocupes por nada - siento que no me toma en serio y quiero golpearlo por eso.
— ¡¿Qué no me preocupe?! – me detengo y giro para que me mire a la cara — ¿Tienes idea de cuántas infracciones estamos cometiendo con esto? – asiente.
— Pensé que e