— ¡No soy como ella, no soy homicida!
— ¡Martina no estaría de acuerdo contigo! — es irónico.
— ¡Si yo fuera este pozo de maldad, ahora serías igual que Martina!
— ¿lo ves? — señalaste. — No eres tú el que habla, es ese demonio—.
Inmediatamente, me lanzo contra su estructura física rodeando con mi mano izquierda su frágil cuello humano.
— ¡AAAAAAAA! — Grito con odio.
Atrapado por mis garras, sus dos brazos agarran mi muñeca intentando que le suelte liberando su sistema respiratorio.
— Mi...Mi...la... — dijo mi nombre, ahogándose.
— Si vuelves a llamarle demonio, ¡le romperé la tráquea! — advertencia.
— D—lo siento —
— ¡Te quiero a ti y a tu circo, lejos de mí y de mi dragón!