— Thomas...— Trato de alejarlo.
— Sube y ponte esa lencería negra que compré. ¡No quiero que nadie piense que no sé hacer herederos!
La suavidad con que salen las palabras de su boca y la forma en que me humilla, hace que trague saliva de forma incorrecta, ahogándome con ella.
— Thomas —Trato de hacerlo cambiar de opinión.
— ¡No! Su mano se extiende y su dedo apunta a la parte superior de las escaleras.
James me mira como si no pudiera hacer nada y en el fondo también sabía que no había nada que hacer. Los otros guardias de seguridad hacen la vista gorda y Peter, el que más esperaba que tomara medidas, permanece en silencio con cero sentimientos.
— ¿Me escuchaste? el Repitió.
Thomas y yo nunca hablábamos de niños, pero por alguna razón él volvió de un vi