— Estoy cansada de tus jueguecitos, no esperaré a que decidas lo que quieres mientras juegas conmigo!
— ¿No está claro que estoy loco por ti, carajo?
— Entonces, ¿por qué todo este problema?
— ¡Te comería mil veces, Mila, si no pusiera en peligro tu vida!
— ¡No hay nadie aquí por quien preocuparse ahora!
— ¡Tú nunca entenderás!
— ¡Vete al carajo, Benjamín! Digo con una sacudida, levantándome de la cama.
— ¡Para con eso! _ se levanta del colchón tratando de tocarme.
— ¡Nunca debí dejar que te acercaras a mí!
Me alejo, pero él insiste en volver a buscar mi brazo.
— ¡Vamos a hablar!
— ¡PARA! _ grito volteando mi rostro con el lazo rojo dentro de mis ojos.
— C— ¡Tranquil&