78. tu nuevo papaito
Aprieto el móvil con tanta fuerza que me duelen las manos, pero no logro soltarlo. Las palabras de David siguen iluminando la pantalla mientras peleo contra el pánico que amenaza con tragarme otra vez.
No, no puedo tener otra crisis. No ahora.
Inspiro hondo, intento no dejar que el miedo me controle esta vez. Tengo que pensar con claridad. Si David está realmente en Chicago, mejor enfrentarlo ya, en un sitio público, que dejar que siga con sus amenazas.
Tal vez, si voy y escucho lo que quiere decirme, por fin me deje en paz. Al fin y al cabo, lo ha dejado clarísimo: vendrá a por mí.
La idea de que se acerque a todas las personas que se han vuelto tan importantes para mí… No puedo permitirlo.
El móvil vibra con un mensaje de Ethan y me arranca del torbellino.
«Te espero en mi despacho, perdición».
Respiro hondo, intento no parecer al borde de otra crisis y me levanto. Al entrar, está sentado al escritorio, revisando unos papeles.
—¿Cenamos hoy? —pregunta en cuanto cierro la pu