Punto de vista de Guadaña
Al despertar la tarde siguiente junto a la pelirroja dormida, me levanté de la cama. Le había enviado un mensaje a Rebel avisándole que saldría anoche, pero no me respondió, seguramente estaba divirtiéndose por su cuenta. Miré a la mujer dormida a mi lado y odié esa parte en la que la despertaba y le decía que era hora de marcharse. Al menos no intentó aferrarse a mí.
Una vez más, la única manera de satisfacer a esa mujer o a cualquier otra, era imaginando que era Rebel. Sabía que eso era enfermizo e incorrecto, pero también necesitaba desahogarme. Aunque no pudiera tener a Rebel. Ella era simplemente perfecta. Sabía que era bisexual y ni siquiera parpadeaba ante eso. Quizás, porque ella también lo era. Pero solo la quería a ella, a pesar de que sabía que no podía tenerla.
Ella no sabía cuánto la amaba. Cuánto me dolía verla con otros hombres y mujeres, cómo desearía ser yo quien la hiciera gritar. Pero sabía que nada pasaría entre nosotros. Ella no me veía de