Regina ya se lo había advertido, pero él no respetó el acuerdo que habían hecho. Ya no tenía ganas de seguir discutiendo.
—Lo siento, tengo mucho trabajo y no tengo tiempo.
Dicho esto, se recargó en el respaldo y cerró los ojos. Gabriel la observó en silencio por un momento. No dijo nada más y siguió conduciendo.
En cuanto el auto entró al residencial y se detuvo frente al edificio, Regina se despertó. Tan pronto como sonó el seguro central, tomó la bolsa que tenía a sus pies, abrió la puerta y entró al vestíbulo sin voltear a verlo. Caminó a toda prisa, como si quisiera dejarlo muy atrás.
Sin embargo, mientras esperaba el ascensor, él la alcanzó y se paró detrás de ella.
Subieron juntos. Al llegar al departamento, Regina fue a su cuarto y cerró la puerta. Gabriel se quedó afuera, con la cara seria, y escuchó el sonido del seguro al girar.
Reprimiendo a duras penas la ira y la frustración que sentía, fue a sentarse al sofá. Sacó un cigarrillo y un encendedor, y lo prendió. En ese momen