Aunque había aceptado sin dudarlo, cuando salió del trabajo se quedó mirando el celular, reescribiendo el mensaje varias veces sin atreverse a enviarlo. ¿No se vería mal que se los pidiera así nada más? Lo pensó un momento y al final optó por algo más sutil.
[Gracias por lo de Twitter. ¿Tienes tiempo en la noche? Te invito a cenar].
En cuanto lo envió, fue a una cafetería para esperar su respuesta. Pero pasó más de una hora y él no había respondido.
«Seguro está ocupado», pensó.
No quiso molestarlo con una llamada, así que, después de dar una vuelta por el centro comercial, encontró un restaurante, cenó algo rápido y se fue a casa. Tras darse una ducha, abrió la laptop y revisó de nuevo el panel de su tienda en línea.
Ver el número de visitas y las ventas le levantó el ánimo, dándole un nuevo impulso para trabajar. Sacó las perlas que había añadido al inventario recientemente. Le había tomado fotos a cada una y las tenía guardadas en la computadora. Las fue revisando una por una, obser