El gesto atrajo las miradas de todos los presentes.
Maximiliano era el hijo de Javier y Alicia, y esa noche se celebraba el cumpleaños de su padre.
Regina, por su parte, era la hija que ellos habían acogido.
Aunque todos sabían que Alicia había criado a Regina con la esperanza de que se convirtiera en su nuera, el escándalo anterior había dejado claro que esa idea estaba descartada. Por eso, el gesto de Maximiliano tomó a todos por sorpresa.
Andrea fue la primera en reaccionar.
—¡Maximiliano! ¿No te da vergüenza? ¿Quieres obligarla a casarse contigo? ¡Eres patético!
Pero él pareció no escucharla. Sus ojos, fijos en ella, tenían una actitud de intensa devoción.
—Hablo en serio. Cásate conmigo. Te juro que te cuidaré toda la vida.
Sintiendo las miradas de todos sobre ella, le empezó a doler la cabeza. Bajó la voz y dijo:
—Max, ya te había dicho…
—¡Maximiliano! ¿Qué crees que estás haciendo?
Alicia se acercó, furiosa.
Silvia y la señora Luna la siguieron. Esta última sonrió con obvio rego