A las nueve de la noche, Gabriel apagó el televisor y le dijo a Regina que se fuera a su cuarto a dormir.
Se bañó, se puso sus cremas y loción, pero él no apareció. Vio que ya eran más de las diez…
Ayer se había quedado a dormir con ella porque tenía fiebre y no quería dejarla sola, pero como hoy ya se le había bajado la temperatura, seguro no vendría.
Sabía que tenía que aprovechar el momento. Si quería que lo suyo con él avanzara, no podía dejar pasar la oportunidad.
Se levantó y fue a la recámara de él. Al llegar, tocó la puerta.
—¿Pasa algo?
Abrió la puerta y vio que, en efecto, él ya estaba en la cama.
Tenía en las manos un libro grueso de medicina y estaba leyendo.
Ella se quedó parada en la entrada, un poco nerviosa.
—Me dio un poco de miedo… ¿Puedo dormir contigo hoy?
Él clavó la mirada en ella, en silencio, sin responder.
Se sintió insegura y bajó la cabeza.
—Es que la película de terror que vimos sí estaba fuerte.
—¿Y si te da miedo para qué la ves?
—¡Pues porque estabas tú c