Capítulo XIX

                                 XIX

La espera se volvió tormentosa. No solo estaba impaciente por la ausencia de su esposo, sino que también intranquila y, más que eso, preocupada. Nunca duraba más de lo debido en la ciudad. Además de que Gregorio era dedicado en exceso a su trabajo y al pueblo, de modo que su tardanza no era para nada aceptable tanto para ella como para él.

¿Y si se había largado a una de esas malditas cantinas de putas? Conocía a Héctor: era un hombre divorciado a quien su esposa lo dejó unos años atrás por estas mismas razones, y, como era de esperarse, él no protestó en ningún momento, después de todo, podría tener a cualquier mujer gracias a lo bien que le iba en la tienda. Y la ciudad de Chihuahua estaba llena de prostitutas al igual que cualquier otra. Solo bastaría con sacar la cartera para así tener tanto sexo como

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