Salvia
—Otra vez —me instruyó Violeta mientras volvía a mi forma humana—. Estás mejorando la velocidad, pero necesitas transformarte al instante si te sientes amenazada.
Mis huesos y músculos protestaron, pero agradecí esa incomodidad física. Era más fácil de soportar que el constante dolor del vínculo de pareja, esa conciencia de Carlos que no podía apagar por más que lo intentara.
—Él también sufre —me recordó Aura—. Puedo sentirlo, a través del vínculo.
—Entonces debió haber pensado en eso antes de mentirme. —Respondí bruscamente, transformándome de nuevo en mi forma de loba blanca.
El sol se elevó por completo mientras practicábamos, con otros lobos reuniéndose para observar. Mi transformación había cambiado la forma en que me veían: algunos con asombro, otros con persistente desconfianza. Pero al menos, eran sinceros al respecto, a diferencia de ciertas personas.
—El Alfa está en otra reunión de emergencia —le escuché decir a un guardia—. Han reportado más ataques desde los territ