Salvia
El salón de baile se vació como el agua que escurre de un cuenco agrietado. Los nobles se agruparon en grupos susurrantes mientras se marchaban. Lobos que hacía horas buscaban ansiosamente mis conocimientos de sanación, en ese momento evitaban mi mirada. Incluso los jóvenes sanadores que había estado entrenando se alejaban cuando me les acercaba.
—No lo hagas —dijo Violeta con fiereza cuando vio mi rostro—. No dejes que te hagan dudar de ti misma.
Pero, ¿cómo no hacerlo? Los recuerdos a los que siempre había luchado por acceder, ahora parecían sombras que ocultaban monstruos. Cada vez que tocaba mi colgante, intentando recordar algo antes de estar en Espina Negra, me topaba con esa misma pared oscura.
Carlos estaba con su consejo, emanando poder en oleadas mientras le exigían una reunión de emergencia. Sus ojos me buscaban constantemente a través del salón, dividido entre el deber y el deseo de permanecer cerca.
—Ve —le dije cuando se acercó—. Ocúpate de lo que necesites resolve