Punta Cana- República Dominicana.
Selene se había ido de Grecia hace dos meses. Ella y Nikolas debían sanar sus heridas antes de volver a encontrarse. Por primera vez en años, los dos se estaban hablando por el celular. Videollamada, mensajes y algunas llamadas en las noches. Estaban lejos, pero no ausentes. Mantenían su relación a distancia hasta que Nikolas pudiera estar presentable a ella.
Selene estaba viviendo en un Airbnb. La casa estaba cerca de la playa y tenía piscina. Era amplia y cómoda para la griega. Había vuelto a convivir con sus padres después de casi 20 años. Fueron felices los 3 y los mejores días de su vida. Nikolas había hablado con el padre de Selene y aunque ya no existía una deuda entre ellos, seguía siendo el padre de su mujer y el mafioso era su capo.
—Cariño, ya le pagué a la señora que limpia y al jardinero. Tu padre está terminando de darles la comida que hiciste para despedirlos por esta semana —la griega asintió—. ¿Cuándo irás a buscar el vestido de novia