Finalmente, llegamos a su casa. Pero en lugar de entrar a la casa, nos detenemos frente a ella para charlar.
- Me alegro de que hayas venido de todos modos. Caleb me dijo sonriendo. Habría sido aburrido de lo contrario.
Le doy una pequeña sonrisa.
- Fueron tus hermanos quienes me empujaron a venir. Lo admito. Y ellos son los que eligieron a mis amigos.
Empieza a reírse un poco, sabe que son capaces de ello.
- Noté tu actitud hacia las mujeres de mis aliados. Dijo cambiando de tema. ¿Por qué te avergüenzas tanto de ellas?
- ¿No has visto cómo son? Le respondí _ Son impresionantes. Yo, no soy nada comparado con ellas.
Él frunce el ceño.
- Y honestamente, me sorprendió ver que no dijiste nada. Yo continué. Pensé que me ibas a decir que los emulara, que me vistiera y maquillara como ellas.
- No! Exclama. ¿Por qué te diría tal cosa? No tienes nada que envidiarles.
Aparto la mirada. Lo juzgué mal de nuevo.
- Ilyes lo estaba haciendo. Pensé que era normal. Digo con un suspiro. Y perdí la con