Hagan las maletas...
Capítulo 150 —Música y amorNarrador:Sasha miró fijamente la mochila. No estaba del todo convencida de lo que había empacado, pero tampoco le importaba demasiado. Había elegido cosas cómodas, otras que Aylin le había elogiado alguna vez, y una gorra que no pensaba usar, pero que quería llevar.Se quedó un rato sentada en la orilla de la cama, en silencio. Miraba su reflejo en el espejo del armario con una expresión que no sabía nombrar. No era tristeza y no era nervios. Era ese vacío que queda cuando algo importante está por pasar y uno todavía no sabe si está listo.Escuchó pasos en el pasillo. Reconoció el ritmo enseguida... Eros.Golpeó una vez la puerta y asomó la cabeza sin esperar respuesta.—¿Todo listo?Sasha asintió.—Más o menos. Nunca sé qué empacar para un viaje así.—¿Así cómo?—Donde no sé si quiero llegar… o quedarme.Eros entró, con las manos en los bolsillos.—Bueno, si te olvidás algo, inventamos una excusa para volver.Ella sonrió, apenas.—¿Y si solo es que extraño
Capítulo 151 —RadianteNarrador:El sol apenas comenzaba a filtrarse por las cortinas cuando Aylin abrio los ojos, y por primera vez en muchos dias… sonrió sin reservas. No había tenido que fingir estar bien. No había tenido que tragarse las ganas. Anoche, por fin, lo había sentido cerca. Roman.Su voz, su forma de hablarle. Sus ojos y su manera de devorarla con la mirada, era intensa aún del otro lado de la pantalla.Y aunque estuviera a miles de kilómetros, la había tocado como solo él sabía hacerlo. Con palabras, con fuego, con esa intensidad que le había hecho temblar hasta el último rincón del cuerpo.Se levanto con una energía casi absurda. Se dio una ducha rápida, eligió ropa cómoda pero linda, y hasta se maquilló un poco, algo que no hacía desde que había vuelto. Se miró al espejo, ajustó la bufanda azul que llevaba en el cuello como un secreto, y salió de casa con paso ligero.Aylin entró a la fábrica con una sonrisa que no se le borraba ni aunque quisiera. Saludó con un gesto
Capítulo 152 —Miedo a volarNarrador:La música todavía sonaba bajito en el interior del jet. Eros se movía al ritmo, de pie entre los asientos, mientras Sasha reía, recostada sobre el sofá con los pies descalzos, moviendo los dedos como si dirigiera una orquesta invisible.—¡Eres ridículo! —le dijo, entre risas.—Y tú aburrida —replicó él, haciendo un giro exagerado con los brazos, como si estuviera en medio de una competencia de danza.Fue entonces cuando uno de los guardaespaldas se acercó, serio, aunque con una sonrisa indulgente.—Chicos, basta de fiesta. Ya vamos a aterrizar. Siéntense y abróchense los cinturones, por favor.Eros obedeció sin problema. Pero al mirar a Sasha, notó cómo su expresión se alteraba.La sonrisa desapareció. Los dedos se aferraron al borde del asiento. Y un leve temblor en su labio inferior la delató.—¿Qué pasa, Sasha? —preguntó Eros, se levantó y caminó hacia ella. —¿Te encuentras bien?—Od*io viajar en avión—respondió en voz baja —Pero aterrizar… es l
Capítulo 1 —La esculturaNarrador:El estruendo cortó el aire. Un golpe seco. Un choque brutal. Un sonido de quiebre que atravesó la opulencia de la galería como un disparo en la oscuridad. Por un segundo, el tiempo se detuvo. El murmullo de conversaciones se apagó.La música dejó de existir. Todo quedó suspendido en el vacío.Aylin parpadeó, con la respiración atrapada en su garganta.Los ojos le ardieron. El corazón bombeaba con tanta fuerza que lo sintió en los oídos. Sus pupilas bajaron. Y ahí estaba. El desastre.Los fragmentos de cristal relucían cruelmente en el mármol blanco, esparcidos como los restos de un crimen imperdonable.Había roto algo. Algo importante. Algo que, seguramente, no podría pagar.El eco del impacto aún vibraba en sus huesos. Los cuchicheos no tardaron en comenzar. Un murmullo bajo, sibilante, creciendo como una ola de veneno.—Dios… ¿qué fue eso? —¿Se volvió loca?—¿Sabe siquiera cuánto costaba eso?Aylin sintió la sangre huirle del rostro.Sus dedos se
Capítulo 2 —Yo soy quien mandaNarrador:—Permanece aquí. Vendrá alguien a tomar tus datos. —le ordenóAylin parpadeó, aún aturdida.—No. Volveré mañana.Roman inclinó la cabeza apenas, con la paciencia de alguien que ya conoce la respuesta.—No. Te quedarás.Aylin sintió su cuerpo tensarse.—No tengo por qué…No terminó la frase. Antes de que pudiera reaccionar, sus manos firmes se cerraron sobre sus hombros. El contacto la sacudió como un golpe eléctrico. El calor de su piel traspasó la tela de su ropa. Sus ojos la atraparon. Impenetrables. Demasiado cerca. Su respiración se volvió errática. El aire caliente chocó contra su mejilla. Se inclinó apenas. Solo un poco. Lo suficiente para que sintiera la amenaza en su proximidad.—Vas a obedecer. —Aylin abrió la boca, pero el nudo en su garganta le impidió hablar. El perfume de él la envolvió, amaderado y oscuro, como un veneno que se infiltraba en su sistema. Y luego, sin previo aviso, la empujó, con la firmeza exacta para que cayera se
Capítulo 3 —No tiene opciónNarrador:Aylin salió de la galería con pasos vacilantes, abrazando el bolso contra su pecho como si eso pudiera protegerla de la vergüenza que aún le ardía bajo la piel.Frunció el ceño al ver el coche ne*gro esperándola frente a la entrada. Grande, reluciente, impecable. La puerta del copiloto estaba abierta.Y él estaba allí. Roman Adler, sentado dentro del vehículo, con las manos sobre el volante, aguardando con la misma calma que usaba para firmar sentencias.Cuando Aylin se acercó, dudando frente a la puerta abierta, asomó la cabeza apenas para mirar al interior. Roman inclinó el rostro hacia ella, sus ojos oscuros buscándola bajo la tenue luz de la calle.—Vamos, sube —ordenó con voz baja, pero cortante.Aylin dudó. Solo un segundo.—No hace falta que me lleve. Puedo volver sola…Roman ladeó la cabeza, como si su respuesta le hubiera resultado graciosa.—No te pregunté.Ella tragó saliva.—De verdad, puedo…—Sube, Aylin.La forma en que dijo su nombr
Capítulo 4 —SashaNarrador:La mansión Adler imponía desde la entrada.Aylin bajó del coche con el estómago encogido, repasando mentalmente cada segundo de la noche anterior como si aún pudiera despertarse de aquella locura. Pero no. Estaba allí. De pie frente a un portón inmenso, con jardines que parecían sacados de una revista y una estructura tan elegante como intimidante.La puerta principal se abrió antes de que pudiera tocar el timbre.Una mujer mayor, vestida con impecable discreción y gesto serio, la observó con profesionalidad.—Debe ser Aylin. Buenos días. Soy Amelia, el ama de llaves. Pase, por favor.Aylin asintió en silencio y cruzó el umbral, sintiéndose diminuta en el recibidor que era más grande que todo su departamento.—Aguarde en la sala. Avisaré al señor Adler que ya ha llegado.Aylin dejó el bolso sobre sus piernas mientras se sentaba al borde de uno de los sofás, con las manos entrelazadas, incapaz de decidir si respiraba demasiado fuerte o si debía disimular lo
Capítulo 5 —No traes un manual Narrador:Cuando Sasha finalmente salió de casa, arrastrando la mochila con desgano y rodando los ojos como si el simple hecho de existir ya fuera una carga, Aylin dejó escapar un suspiro discreto.No sabía si alegrarse por el silencio o preocuparse por lo que venía después.Decidió no quedarse quieta. Vagó por la mansión unos minutos, intentando memorizar pasillos que parecían todos iguales, hasta que encontró a Amelia en la cocina, organizando las compras del día con una eficiencia que intimidaba.—Disculpe... —Aylin habló en voz baja, aún sintiéndose una intrusa en cada palabra—. Quisiera saber qué se supone que debo hacer ahora.Amelia levantó la vista solo un segundo, le dedicó un gesto breve y volvió a lo suyo.—El señor quiere verla.Aylin parpadeó.—¿El señor?Amelia asintió con la misma naturalidad con la que habría dicho que afuera llovía.—Dijo que la esperaba en su despacho cuando Sasha se fuera.Aylin sintió un escalofrío, pero se forzó a a