55. ESTABA HARTO.
Arthur.
Abrí los ojos lentamente, aún con el cuerpo pesado por el cansancio acumulado de los últimos días. La habitación estaba en penumbras, y lo primero que noté fue la ausencia de Lía en la cama. Me incorporé, algo inquieto, y escuché el sonido del agua corriendo en el baño. Pero junto al ruido de la regadera, distinguí algo más. Un sonido gutural, un jadeo mezclado con un leve gemido. Era como si estuviera... vomitando.
Me levanté de inmediato y caminé hacia el baño. Al abrir la puerta, la vi inclinada sobre el lavabo, tosiendo y tratando de enjuagarse la boca.
—Lía, ¿qué está pasando? —pregunté, mi voz cargada de preocupación.
Ella se giró hacia mí, con el rostro húmedo y pálido. Intentó sonreír, pero el efecto fue aterrador en su estado.
—No es nada, Arthur. Sólo me siento un poco mareada, pero ya estoy mejor.
Me acerqué rápidamente y tomé su rostro entre mis manos. Fue entonces cuando lo noté. Había un rastro de sangre bajando lentamente desde una de sus fosas nasales. Mi cor