Capítulo 94: Broma cruel.
—¡Ya basta! —tronó la voz de Andrés, firme y cortante como un látigo en el aire, haciendo que los dos bailarines se detuvieran en seco. En realidad, más que bailar, sus movimientos eran una coreografía obscena de acoso. Rodeaban a Victoria como depredadores, rozándola con intenciones inequívocas, mientras el público, lejos de incomodarse, aplaudía y reía ante el espectáculo.
Victoria intentaba zafarse, pero los cuerpos de esos hombres se interponían a cada paso. Nadie parecía notar su incomodidad. O peor aún, nadie quería notarlo. Finalmente, logró abrirse paso y, sin levantar la mirada, escapó apresurada del salón. Su rostro estaba encendido, no por la emoción de la fiesta, sino por la vergüenza y el miedo. ¿Quién había tenido la crueldad de organizar semejante escena en su contra? ¿Y en su cumpleaños?
El bullicio siguió, aunque por un instante se vio interrumpido por la voz de Andrés. Ella, mientras tanto, corrió hasta una de las oficinas, empujó la puerta y se dejó caer en un sofá a