**Mikail**
El viento traía consigo el aroma de tierra fértil y humedad… señal de que me acercaba a los límites del reino del Rey Lycan.
Cada paso que daba con mi Maserati me acercaba a mi objetivo: encontrar a Lyra. Había demasiada distancia entre nosotros, y necesitaba verla.
Necesitaba saber si lo que temía era cierto.
Pero entonces, surgieron de la nada. Hombres de ropas oscuras, con símbolos dorados en el pecho y esa arrogancia de los que sirven al poder.
Un grupo de soldados se interpuso en mi camino como una muralla viviente.
No necesitaba explicación alguna. Reconocí sus insignias. Eran parte de la guardia real de Tharion.
“Claro… no va a permitir que me acerque a ella.”
Detuve a mi auto con un gruñido apenas audible, aunque la rabia me latía en la mandíbula.
Quería verla. Aunque no pudiera convencerla de volver a Silverbane, aunque me negara mil veces… necesitaba confirmar con mis propios ojos si ella y Tharion…
No. No podía ser.
Pero algo no encajaba.
—¿Dónde está ella? —