Alexander miró a Rachel con seriedad, sus ojos brillaban con determinación. Temía romper su burbuja de felicidad, pero se había prometido a sí mismo no habría más secretos con ella.
—Tengo algo que decirte —dijo, saliendo de encima de su cuerpo y rompiendo su unión, soltando un gemido por la sensibilidad.
Rachel lo miró con preocupación.
—Es respecto a Evelyn y Máximo... y también a Víctor y su manada —dijo Alexander con preocupación.
—Esto es mi culpa... —comenzó Rachel con voz temblorosa, pero él la detuvo.
—Ya sabía de la obsesión de Evelyn conmigo y no hice nada al respecto porque no te había encontrado a ti —dijo con voz firme—. No tienes por qué echarte la culpa de nada, mi amor.
—Me encanta cuando me llamas así —Rachel se emocionó y lo besó con ternura—. Eres mi mayor felicidad, Alexander.
—Tú eres todo para mí —susurró, besándola con devoción—. Prometo que voy a protegerte de quién sea, no dejaré que dañen nuestra felicidad por nada del mundo.
Estuvieron así unos minutos, entr