Capítulo 18

Meto a mi boca una cucharada de cereal tratando de olvidar la mirada inquisidora de Zed, mi tía lo había invitado a desayunar a regañadientes, al parecer no le agrada tanto como le agrada Abel, no es grosera pero si cortante, y debo admitir que fue todo un suplicio convencerla anoche de que se quedara a dormir, propuesta que sin duda también resultó ser toda una sorpresa para él, cuando colgué el móvil me arrepentí de inmediato al haber dicho que quería que me follara. 

Todo el trayecto que duró el camino de regreso a casa de mi tía Nora, no pude evitar pensar y repasar una y otra vez lo sucedido, me había entregado a Abel Pemberton, el tipo que me odia y que estaba segura que esta clase de tregua que habíamos acordado, no duraría mucho, no en especial cuando no se cansó de repetir que le había gustado follar conmigo, esta mañana estuve a punto de cometer el error de volver a abrir

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