La Mafia de los Ivanov
La Mafia de los Ivanov
Por: Flor de Liz
Capítulo 1

Camila Bianchi

—Señorita Bianchi —Levantó la vista mientras tenía un oficial de policía frente a mi escritorio.

—¡Si soy yo! en qué puedo ayudarle —Nunca imaginé lo que pasaría a continuación.

—Queda detenida por fraude —Se acerca a mi dejando una orden de arresto, levantándome con brusquedad sacando sus esposas para colocarlas.

—¿Fraude...? ¡No entiendo de qué me habla! –Mi cerebro trataba de procesar lo que estaba pasando, miles de pensamientos se agolpaban en mi mente, no entendía por lo que se me acusaba, con la mirada llorosa y desconcertada buscaba a Raúl encontrando su mirada fría e indiferente; en ese pequeño instante un mal presentimiento se instaló en mi pecho como una revelación de lo que se avecinaba.

El oficial no dejaba de hablar mientras me esposaban —Está acusada de desviación de fondos y lavado de dinero, tiene derecho a guardar silencio o todo lo que diga será usado en su contra, tiene derecho a un abogado de no contar con alguno el Estado le proporcionará uno de oficio —Salimos del edificio y la mirada de todos caía sobre mi, apuñalando mi espalda como si tuvieran el derecho a juzgarme sin saber nada.

Estuve una semana en la delegación arrestada en espera del juicio, durante todo ese tiempo se agolparon en mi mente preguntas que parecían no tener respuesta, los miles de porque reinaban el silencio de mis pensamientos, pero mi corazón respondía de manera fuerte ¡Te engaño, te utilizo, fuiste su estúpida perfecta! 

Raúl Quinteros un hombre atractivo elegante, pero con un corazón de hielo, y yo la ingenua perfecta, la tonta que se creyó el cuento del jefe que se enamora de la secretaria ¡Vaya ingenua!, en mi soledad recordaba todas las firmas que estampen en documentos que él me ponía delante, me culpo como la mayor estúpida del siglo, pero estaba enamorada, dicen que por amor haces tonterías y cometí el mayor de mis errores, confiar ciegamente en él.  

Llegó el día de mi juicio la custodio entro a mi celda —Es hora de tu audiencia levántate, tienes dos minutos para arreglarte no demores más, que lo linda no te va ayudar en nada —Decía con ironía, vaya cambio brusco estoy pasando, hace tan solo una semana me sentía la mujer más afortunada del mundo, tenía todo para ser feliz, el hombre que soñé para mi y la seguridad que todo saldría bien, pero solo fue un dulce y fugaz sueño, el príncipe azul se volvió sapo y la seguridad de que todo saldría bien se convirtió en un pantano lleno de dudas e inseguridades, la pesadilla ya había comenzado.

Mientras caminaba sobre ese pasillo interminable rezaba en silencio pidiendo a Dios me ayudará, no podía haber tanta injusticia para mí, las manos me sudaban el corazón no dejaba de latir apresuradamente, los nervios no me dejaron caminar más —¡Camina reclusa no es momento de arrepentirse, eso lo hubieras pensado antes! —Me decía la custodio, cuando ni ella sabía el por qué estaba ahí, porque para ellos todos somos culpables.

—¡Todos de pie para recibir a su señoría el señor Juez!, se instala la sala para darle inicio al juicio en contra de Camila Bianchi, se le acusa a la detenida del desvío de un millón de dólares en  perjuicio de la Constructora Quinteros y su dueño Aldemar Quinteros —Esas palabras resonaron tan distantes y lejanas a mis oídos, ¡No  podía creer que yo estuviera ahí, que la acusada fuera yo!, Y mi verdugo fuera el hombre que yo ame; lo vi tan cerca y tan lejano no me miraba y no era por vergüenza, Raúl no me quería ver porque sabía que nadie lo iba amar como yo, que había jodido mi vida y la empresa de su tío y todo por ambición.

Al verlo sentí que el amor que le tuve, se había convertido en un odio que me estaba quemando por dentro, mis manos se retorcía por las ganas de despedazarlo, la garganta me ardía de las ganas de gritarle cuanto lo detestaba, que era lo peor que me había pasado en la vida, pero no me moví no grite, abrace el silencio para poder resistir lo que sea que fuera a pasar.

Las horas pasaron, pruebas y alegatos fueron expuestos, yo tenía todas las de perder, como negar que yo había firmado todo, mi defensa era una burla que solo alegaba mi ausencia de conocimiento y engaño por parte de Raúl, no tenía nada más que mi palabra y la conciencia limpia de que fui estúpidamente engañada, pero al parecer nada era válido, porque para este mundo  las ingenuidades se pagan muy caro.

—¡Todos de pie! —Ingresa el juez para leer mi sentencia. 

—Se declara culpable a la señorita Camila Bianchi por fraude y lavado de dinero, se le sentencia a 15 años de prisión, el juez  pego con su martillo terminando de condenarme, mi mundo se vino a mis pies, mis oídos dejaron de escuchar las recomendaciones de mi abogado, todo se volvió turbio a mi alrededor, vi a mi madre llorar, mi padre viéndome con profunda pena, mis hermanos estáticos sin poder creer lo que estaba pasando, grité con todas mis fuerzas.

—¡Él me engañó! Ese maldito bastardo me utilizó, juro que te vas arrepentir Raúl, jamás podrás estar en paz sabiendo lo que me has hecho —El sólo me vio y vi en esos hermosos iris azules que tanto había amado el duro frío de la indiferencia.

Los guardias me volvieron a esposar como si fuera la peor de las delincuentes, cuando el verdadero culpable se estaba yendo caminando pausada y tranquilamente, con la sonrisa de triunfo pintada en la cara, mientras yo quería desaparecer en ese instante, mirándome a mí misma que iba hacer todo lo posible por salir y demostrar que la justicia se había equivocado conmigo.

Mientras caminaba por los pasillos de la corte recibí varios insultos me escupieron en mi cara, fue tan grande el desfalco que luego de mi detención la empresa quebró dejando en la calle a muchos empleados, los cuales creían mi culpabilidad. A cada paso que daba quería correr y jamás detenerme, mis pulmones ardían de la opresión tan grande que sentía, no aceptaba mi realidad, esto es un sueño definitivamente ¡Es un sueño! tienes que despertar Camila ¡Esto no puede estarte pasando!, me repetía muchas veces, pero nada pasó y la pesadilla continúo.

5 años después 

Abro mis ojos y lo primero que veo son los resortes de la cama de arriba, vaya comodidad la de aquí, mis fosas nasales identifican el típico olor a humedad y algún cigarrillo, hoy estamos de suerte toca comer jamón y eso nos levanta el ánimo a todas, nos tienen como mártires a puro pan y agua, he aprendido a valorar los beneficios más minúsculos, el comer un dulce sabe al paraíso mismo, la vida no es fácil y menos aquí adentro. El primer año fue un tanto difícil de sobrellevar ya que al ser la nueva la bienvenida no es nada alentadora.

Flashback 

—Muy bien aquí tienes tu nueva ropa princesa, espero sea de tu agradado y talla, te toca la suite del pabellón seis, es la mejor área de diversión —Me dice de forma despectiva y con burla en sus palabras la oficial que me atendió ella era un tanto ruda, es rubia ojos grises y su cuerpo musculoso, es intimidante.

—¡Gracias! —Se lo dije en un susurro agachando la cabeza.

—Te recomiendo que no te hagas la mosquita muerta que todas se hacen las inocentes y ese cuento ya no los sabemos —Se acerca a mi, me toma muy fuerte del brazo que me hace jadear del dolor.

—¡¡Soy inocente!! —Le gritó en su cara.

—Ahh sí, no me digas, todas dicen lo mismo y sabes que... A nadie le importa —Caminamos por un pasillo lleno de rejas y en cada una había mujeres, —¡Llegó la nueva! —Vitoreaban, me sentía intimidada y muy sola. 

—Morgana tráela conmigo —Gritaba una y me daba escalofríos.

—¡Noo! la princesa fue pedida por Fey —Empiezan a reírse a carcajadas todas y yo sentía miedo mucho miedo, presentía que nada bueno me iba a pasar.

—Qui... ¿Quién es Fey? —Pregunte de manera entrecortada, llegamos al final del pabellón y la oficial me metió a empujones.

—Querías saber ahí la tienes —Caigo de bruces al suelo y al levantar la vista me encuentro con una mujer sentada en un sillón ella era robusta, su cabello color negro azabache, sus ojos azules intensos, llevaba puesto un pantalón y una musculosa que dejaba al descubierto sus brazos tatuados, tenía sus orejas llenas de aros.

—Así que tú eres la que dejó en la calle a muchas familias, pero si pareces un angelito, por algo dicen que las apariencias engañan —Me dice tirándome el humo de su cigarro en la cara.

—No es cierto soy inocente, no sabes nada —Me levanto del piso y la oficial me tira un cobertor y la almohada.

—Suerte princesa, que disfrutes tu estancia en este bello y acogedor lugar —Se va dejándonos y antes de cerrar se vuelve —Y Fey no seas tan dura con ella —Tragó saliva al escuchar a la celadora quien sale riéndose a carcajadas.

Fin Flashback

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Mijail Ivanov

Me encontraba en una habitación del cabaret Crazy Paradise con una de las acompañantes que pague para pasar esta noche, una vez más me desperté con ella envuelta entre mis brazos, la corrí del lado mío con asco ya que ella sabía que solo sería sexo y nada más. Odiaba que Giselle se tomará los atributos de quedarse cuando sabía cuál era su lugar.

—¿Qué haces aquí? —Me levanto de la cama y recojo mi ropa del suelo para vestirme.

—Mijail porque me tratas así —Se levantó de la cama y dejó caer las sábanas que tapaban su desnudez.

—Ya te dije que te vayas —Intente ser lo más cruel con ella pero era terca.

—Solo quiero tu amor —reí al oírla decir aquellas palabras.

—Acaso olvidas quién soy —Me levanté de la cama y la tomé del cuello acercándome más a mi.

—¿Qué haces? ¡Suéltame! —Dijo con miedo y me gustaba saber el poder que tenía sobre ella y sobre todo que me temía.

—Acaso eres estúpida, soy Mijail Ivanov y ninguna puta va a decirme que hacer —La gire bruscamente dejándola en cuatro patas desde aquí veía brillar su coño, sin permiso alguno y sin ninguna delicadeza enterré mi polla en su vagina, dándole eso que ella tanto quiere, mientras la embestía duro le pegaba nalgadas que dejaban su piel roja, seguí más y más antes de acabar saque mi polla de dentro suyo, la voltee y al quitar el preservativo le volqué mi leche en su abdomen y piernas.

—¡Eres un animal! —Me dijo entre sollozos tirada sobre la cama.

—Si seré un animal, y tu eres poca hembra para mi ¡Ahora vete! —mientras ella se cambiaba le tiré dinero por sus servicios.

—Espero que con esto entiendas de una buena vez —Salí del cabaret y afuera estaba mi chófer esperando por mi.

—Buen día señor Mijail —Subí en el auto sin saludarlo en la parte trasera, no estaba de buen humor para nadie.

—¿Alguien preguntó por mi? —Mire la hora en mi reloj ya era hora del desayuno.

—La señora Ekaterina llamó preguntando por usted —No me sorprendía que mi madre estuviera metiéndose donde nadie la llama.

—¡Llévame a casa! —Al llegar a la residencia de mis padres, visualice uno de los autos entrar antes que el nuestro, de allí bajo una de las empleadas junto a otra mujer que vestía ropa casual de calle.

—¿Quién es? —Le pregunté a mi chófer al bajar.

—Es una de las mucamas nuevas —Camine en dirección a la entrada de casa y antes de entrar volví.

—Habla con Greta, no quiero sirvientas usando nuestros autos —Saber aquello me molestó, él agachó la cabeza asintiendo y entre en la mansión. Fui hacia el comedor donde mi familia desayunaba.

—¡Hasta que apareces hijo! Preocupaste a tu madre —Me dice mi padre.

—¡Buenos días familia! Lamento llegar tarde, pero creo que soy mayor y no necesito niñeras —Mire en dirección de mi madre.

—Podrías respetar a nuestra madre —Me dice mi hermano mayor Sergei.

—¡Cariño toma asiento! —Me pide mi madre y lo hago al lado de mi cuñada Olenka.

—¿A dónde estuviste anoche? En el cabaret con tu amante —Cuestiona mi pequeña hermana.

—Svetlana Ivanov, toma tu desayuno en silencio —Ordena mi padre mientras que con Nicolai nos reímos por su reprimenda.

—Estoy cansada de callar padre —Papá mira duramente a mi hermana.

—Querida creo que es hora que vayas a ver un médico, llevan un año casados y aún no hay niños —Mi madre cambia de tema rápidamente pero Svetlana continua.

—Sabían que para que haya bebé hay que follar Olenka —Sergei se ahoga con su café mientras mamá le soba la espalda. Ya que Olenka es su esposa.

—Calla y métete en tus asuntos mocosos —Le dice mi hermano a ella.

—¡Solo decía! También puedes pedirle consejos a Alexei al parecer él y su amante follan más que ustedes.

—¡Suficiente..! —Grita mi padre Vladimir Ivanov.

—Señorita te vas a tu habitación ahora mismo —La castiga mamá.

—Me voy porque quiero, y no se olviden que dije la verdad, por último señor Vladimir que sea mujer no quiere decir que no pueda hacer o decir lo que pienso, tengo 18 años ¡Ya no soy una niña! —Svetlana se levantó de su lugar y subió a su habitación en cuanto a los demás seguimos desayunando como si nada hubiera pasado.

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