Derribando muros.
Nicolás
Oh no, Sarah estás bien- le dije tratando de evaluar los daños que mi reacción estúpida había causado. Si bien Ella no era tan frágil como una Omega, pude notar moretones y arañasos.
Mis garras habían hecho girones el vestido de un zarpazo, dejandola casi desnuda.
La tomé en brazos con cuidado y en un movimiento rápido cruce el pasillo en medio de la noche, como una sombra en la oscuridad.
Asegurándome de que nadie pudiera ni imaginar lo que acababa de suceder.
Ese sueño había alterado mi percepción de las cosas y en un reflejo involuntario pude haber hecho algo de lo que pude arrepentirme para siempre.
Con cuidado la pose en mi cama, con ojos clínico y la mente lo más fría posible examine centímetro a centímetro evaluando los golpes, los rasguños y maldiciendome por dentro.
Decidí que era tiempo de abrirle mis sentimientos y explicarle el por qué de mis temores. -Cuando yo era muy jovén, me enamoré de una linda Omega, su nombre era Anne- comencé a hablar, cuid