Sera.
Respiré profundo, un extraño olor a menta llegó hasta mí. Parpadee confundida, la habitación donde estaba se encontraba solo iluminada por una pequeña lámpara a un metro. Por la enorme ventana logré presenciar la lluvia, cual caía a un nivel impresionante. Entonces recordé todo lo que pasó.
Daniel.
Gato.
Encierro.
Cofre.
Esta no era mi habitación.
— Por fin despiertas— un jadeo sale de mi boca. Frente a mí se encuentra el señor Arcuri. Ya no viste ese traje caro de alguna marca conocida. Al contrario, trae puesto un fino suéter de lana, pantalones color mostaza y zapatos casuales.
—¿Qué pasó?— Mi garganta se siente extremadamente seca. Y la cabeza me duele.
—Eso quisiera saber yo. ¿Qué hacía con mi hijo en la parte trasera y prohibida— resalta la palabra prohibida con un tono sutil — de mi casa?
— Había un gato, lo perseguimos y …
—Esta bien. Daniel ya me lo contó — lo miro mal. —¿Entonces para que me lo pregunta?— se encoge de hombros.
—Solo quería estar seguro.
—Us