Capítulo 26. Entre dos mundos
Al día siguiente en el campus, el aire me parecía más pesado que de costumbre. La luz del sol caía sobre los edificios de ladrillo, pero yo sentía una sombra detrás de cada paso. Todavía sentía la adrenalina de lo que había pasado con Alejandro, una mezcla de euforia y un terror frío que me recorría la espalda.
Mi piel me parecía más sensible, mi respiración más consciente. Caminaba con la cabeza gacha, temiendo que alguien pudiera leer en mi rostro el secreto que escondía. Cada mirada casual era una amenaza.
—¡Valeria! —escuché la voz de Damon llamándome. Era un sonido tan normal, tan anclado en la realidad de la universidad, que me hizo temblar.
Levanté la vista. Estaba apoyado contra una columna, con su sonrisa tranquila y despreocupada. Me recordó a la vida que solía tener, a la inocencia que ya no me pertenecía. Y, sin embargo, esa normalidad me hizo sentir un poco culpable.
—¿Supiste la noticia? —me dijo apenas me acerqué—. El profesor Cruz dejó la cátedra de derecho.
Tragué sal