—Qué curioso… Justo el día que te encuentras con Johan, extravías el anillo de matrimonio que afirma que eres mía. —Con cada palabra, Otto perdía más la cabeza y se cegaba por la furia.
—Otto… No quiero pelear… —dijo Lorena queriendo hacer las paces—. No perdí el anillo adrede, eres mi esposo y…
—