De inmediato Tim meneó la cabeza.
—Yo lo llamé Trompitas —respondió y volvió a echarse a llorar—, pero se rompió… ¡Yo no quería! ¡Solo lo tomé de la cama y se le cayó la cabeza!
—¿Puedo verlo? —preguntó Emma y tomó con delicadeza el peluche. Un niño de su edad no hubiera podido arrancarle la cabe