Mi Barbie

Elijah.-

Observo a la brigada Alfa, a pesar de la experiencia que tienen y los años de entrenamientos, algunos siguen sin aguantar mis circuitos. 

Los veo con los brazos temblorosos y aunque hace frío puedo ver a tres o cuatro con el sudor goteando por su frente y la punta de su nariz. 

Camino lentamente por las filas, escucho las respiraciones entre cortadas, de a uno van cayendo sin poder soportar más el frío y la posición de plancha, miro mi reloj han pasado ocho minutos y ya varios se han rendido.

Y luego está ella, “Mi Barbie” su cabello rubio resalta entre los demás, siento que por ella me saldrán canas antes de lo esperado.

Me coloco en cuclillas frente a ella, su mirada está al frente, a un punto muerto, no me mira, es rebelde, altiva, arrogante lo que me excita cada vez que la veo. 

— ¿Qué pasa capitana Ford? Por fin te vas a rendir, por fin aceptarás que este no es un lugar para una Barbie como usted.

Me gustaba irritarla, esto era parte de nuestro juego, sin embargo no debo olvidar quien es, ni de donde proviene, pero su cuerpo se había convertido en un droga para mí. 

Aunque me lo reprochaba, no podía evitarlo. 

Saciar mis ganas con esas deliciosas curvas… cada uno de nuestros encuentros era… más excitante, pero al mismo tiempo más peligroso.

Reacciono cuando su trenza rubia se mueve y se aparta, se pone de pie levantando el mentón con esa impertinencia que me incita a follarla. 

— ¡SUFICIENTE! 

Doy un paso hacia ella, haciendo el esfuerzo al contener mi respiración para no sentir el aroma de su perfume, esos ojos verdes feroces, retadores que hacen que mi polla apriete entre mis pantalones. 

— ¡RETIRENSE! ¡MAÑANA A LAS QUINIENTAS HORAS EN EL SALON DE ARMAS!

— ¡SÍ, SEÑOR! –responden todos al unísono. 

Me obligo a girarme, para no azotarla y follarmela delante de todos. Camino hasta mi oficina, trato de concentrarme en la próxima misión, la brigada alfa comandada por la capitana Ford será la que lidere el operativo. 

No dudo de sus capacidades, ha dejado a más de uno con la boca abierta, incluyéndome, cuando llegó aquí parecía un cervatillo herido y enfurecido, pero determinado.

¿A qué? aún no lo descubro. 

Su familia es una leyenda dentro la milicia americana, se pudo haber quedado en Washington,  con todos su privilegios y contactos, pero al ver la solicitud de cadetes me sorprendió ver su firma de primera. 

— Coronel, le traje la información que me solicitó. 

— Descanse teniente

Abro la puerta de mi oficina, el teniente Colombo me sigue hacia el interior, de inmediato me extiende una carpeta. 

— La Red Escarlata llegó a Nueva York, mi coronel –miro con seriedad y atención al teniente Colombo uno de los mejores en investigación y ciberseguridad–. pero, solo peones, mujeres como sabe, ni un solo líder se ha puesto al frente ¿algún encuentro importante?

La red escarlata, es una organización criminal que se originó en el sur de Europa,  han ido escalando con fuerza, volviéndose más violentos y más astutos o astutas debería decir, lo poco que hemos conseguido nos ha mostrado que contratan mujeres. 

Mujeres muy preparadas, altamente entrenadas, son unos camaleones y más sanguinarias.

Actúan de manera muy sigilosa, tanto que no hemos dado con ni un solo líder, no operan bajo una jerarquía piramidal tradicional, tampoco es una organización familiar como la mafia italiana, sus células son autónomas, ubicadas en diferentes regiones,  cada una especializadas en un tipo de negocio, que son varios.

Sin confirmar si su líder es un hombre o una mujer, lo que dificulta aún más dar con ellos y acabar con su red.

— Solo visitaron el MET –frunzo el ceño confundido. 

— ¿El museo? 

— Así es mi coronel, mis oficiales las están siguiendo de cerca, pero no envían a las mismas. 

— ¿Visitaron más de una vez el MET? 

— Tres días, con un día de por medio –veo las fotos mujeres diferentes y de distintas nacionalidades. 

— ¿Qué hay de especial? 

— Varias exposiciones, pero… hay una que es sumamente valiosa, piezas de bronce chinas que datan de los siglos diez y dieciocho, se encontraron en una excavación hace menos de cinco años. 

— Es obvio que es eso lo que buscan, pero eso llamaría mucho la atención –tamborileo mis dedos sobre el escritorio, 

La estructura de esta organización se conecta por una cúpula central muy pequeña y secreta, que es la que coordina todo de manera global, pero ha sido impenetrable, el no saber sus jerarquías nos hace difícil la misión de atraparlos.

— Retírese Colombo y ya sabe ni una sola palabra de esta información. 

— Como ordene mi coronel –se despide con la mano derecha sobre su cien y sale de mi oficina. 

La red escarlata ha sido mi pesadilla desde hace cuatro años, no es una organización criminal cualquiera, están muy bien entrenados y no dependen de un solo negocio ilícito. 

Son muy violentos y precisos, saco la carpeta que contiene las fotos que me han atormentado por años. 

El recuerdo sigue vivo como una quemada en carne viva, desgarrándome desde adentro.

La culpa es una cadena que seguiré arrastrando hasta encontrar a estos malditos. 

Cierro el folder y lo oculto en su lugar con llave, me restriego los ojos, ahuyentando mis lágrimas, me recuerdo que no debo debilitarme. 

— Claro que los voy a atrapar. 

Mi mirada se enfoca en el reloj digital que cuelga sobre la puerta de mi oficina, recordándome la cita que tengo pendiente. 

(…) 

Mis jadeos son ásperos, superan a los de mi Barbie, el ambiente en este sótano es denso, el olor a sexo es intenso, sigo enterrado en ella, de mala gana me alejo, estoy tan enviciado con su cuerpo, que enfurezco cuando tengo que dejarla. 

— No podemos seguir haciendo esto –suelto en medio de un jadeo, más que un comentario, es una orden que ella… que ambos debemos acatar–. tenemos misiones que cumplir, nadie puede notar que nos entendemos… de esta manera

Abril resopla con un bufido burlesco mientras se sube el cierre de su pantalón. 

— Somos muy buenos actores coronel, pero tiene razón, yo tengo mis objetivos y usted los suyos, esta… situación –hace un ademán dramático con su mano–. se ha extendido demasiado tiempo. 

La decepción me invade por completo, me castigo mentalmente por tal emoción, Abril Ford es solo un arma, he bloqueado las intenciones de su hermano de transferirla a Estados Unidos, porque la necesito aquí no solo usar su cuerpo para mi satisfacción, sino para mis planes. 

— ¿Acaso se está arrepintiendo coronel? –pregunta con la ceja enarcada, nuevamente, esa prepotencia que me excita, sale a relucir, sabe que no me resisto a su piel, pero debo alejarme. 

— No, esta será la última vez, mañana puntual en el salón de armas capitana. 

La dejo sola en la oscuridad, sintiendo la furia empezar a recorrer por mi sistema, no pensé que no le importaría, ¿esperaba un drama de ella? Por supuesto que no, es demasiado orgullosa, pero al menos una mínima decepción, tres años hemos estado en esto ¿y solo es nada para ella? 

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