203. La novia
Así, cuando Heinz entró al comedor, todos levantaron la vista. El silencio se hizo palpable, como si su sola presencia alterara la dinámica de la sala. Pero lo que verdaderamente capturó la atención de todos fue la mujer que lo acompañaba.
Ha-na, con un vestido sobrio, pero impecablemente elegante, caminaba a su lado con una mezcla de gracia y determinación. Su cabello estaba recogido en una coleta baja que dejaba al descubierto su rostro, y sus ojos almendrados, enmarcados por un maquillaje discreto, brillaban con una mezcla de nerviosismo y fuerza.
Heinz sostuvo la silla para que ella se sentara antes de tomar su lugar junto a ella. El movimiento no pasó desapercibido para los presentes, especialmente para sus padres, quienes intercambiaban miradas.
Al comenzar la cena, la conversación fue superficial al principio, limitada a temas triviales: negocios, el clima y los últimos eventos en la ciudad. Marianne apenas habló, limitándose a responder con monosílabos mientras examinaba a Ha-