154. La llegada

Hee-sook tocó a la puerta. Se quitó los lentes de sol. El hermano menor de Heinz le abrió. El niño quedó helado ante la belleza de aquella extraña.

—Buen día… —dijo Hee-sook en coreano—. Busco a mi amiga, Ha-na… La flor.

—¿Quién es? —preguntó la señora Harada.

El señor Harada también se asomó y quedaron prendados de la belleza, porte y elegancia de aquella muchacha coreana, era como una modelo o Idol de su país.

Ha-na bajó las escalares y se quedó estática al ver a Hee-sook, parada en la puerta.

—Hola. Buen día, soy Hak Hee-sook, una amiga de Ha-na. Gusto en conocerlos —dijo ella con serenidad—. ¿No me invitas a pasar, Ha-na?

—Sí, sí, pasa —respondió Ha-na, saliendo de su trance.

La puerta se cerró tras Hee-sook, pero su presencia parecía llenar todo el espacio de la casa. Los padres de Ha-na y su hermano menor la observaban como si fuera una aparición divina. La madre de Ha-na se apresuró a ofrecerle té, mientras su padre ajustaba su postura para mostrar respeto.

—Su hogar es encanta
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