Al ver al hombre en la silla de ruedas, que aún irradiaba un aura de dominio innegable, Zara se detuvo un momento antes de sonreír.
—Señor Voss, debo decir que me siento realmente halagada —dijo.
Magnus maniobró su silla de ruedas acercándose, sus profundos y penetrantes ojos negros fijos en su rostro, tan radiantes como la luna rodeada de estrellas.
—Te pareces mucho a mi exesposa. Cuando te veo, es como si la volviera a ver. Quiero que estés a mi lado. Puedo darte todo lo que desees.
La expresión de Zara se oscureció ligeramente. Alzó una ceja, su tono se volvió frío.
—¿Y a mí qué me toma? ¿Un simple sustituto para llenar su vacío?
El guardaespaldas a su lado habló sin emoción, lanzando una advertencia velada.
—Señorita Skye, usted trabaja en esta industria. Debería saber la influencia de nuestro jefe. Él decide quién asciende y quién queda en la lista negra con solo chasquear los dedos.
—Magnus Voss, ¿de verdad cree que puede controlar todo? —Zara le lanzó una mirada desafiante y a