Cuando Luca abrió los ojos de nuevo, se encontró acostado en una cama de hospital. Vanessa dormía a su lado, apoyada sobre el borde de la cama, mientras una pequeña jugaba cerca, absorta en su juguete mecánico.
¿Isla?
¿Vanessa incluso había traído a Isla?
Al verlas ahí, una leve sonrisa apareció en sus labios, y su corazón se sintió inexplicablemente en paz. Estiró la mano para acariciar suavemente el rostro de Vanessa; con la luz del sol entrando por la ventana y bañándole la piel, los finos vellos de su mejilla parecían brillar.
Hacía mucho tiempo que no la veía tan tranquila… y simplemente no podía apartar la mirada.
Hasta que una pequeña observadora de ojos muy atentos rompió el silencio:
—¡Tío Luca, estás despierto!
—Shhh… —Luca llevó un dedo a los labios rápidamente, preocupado de que despertara a Vanessa. Pero ya era tarde.
Vanessa se movió, parpadeó con somnolencia… y en cuanto lo vio despierto, abrió los ojos de par en par, sorprendida.
—¡Estás despierto! ¿Te sientes mal? —pr