Al escuchar esto, la expresión de Lorena se agrió todavía más.
Que Sofía se hubiera relacionado con ese tipo antes ya había sido la comidilla de Monterrey.
¿Cómo era posible que no hubiera aprendido la lección?
Lorena suspiró para sus adentros, decepcionada, y luego se dirigió a Valeria.
—Vale, sé que tienes buen corazón, pero no te metas en esto. Ya es una adulta, tiene que pensar en las consecuencias de sus actos, no puede depender siempre de nosotras.
Valeria pareció querer decir algo, pero al final solo suspiró y desistió.
—Yo le hago caso a mamá. Ojalá mi hermana entrara en razón y dejara de preocuparte.
Cada palabra destilaba preocupación por su madre.
Lorena miró a la comprensiva Valeria y, al compararla con Sofía, no pudo evitar sentir una punzada de insatisfacción.
Fue un sentimiento fugaz, pero Valeria lo captó con claridad.
«Sofía, ¿y qué si entraste a Panorama? Mamá siempre estará de mi lado.»
...
Mientras tanto, en otro lugar.
Sofía estaba a punto de irse en su carro cuand