La actitud de Lorena hacia ella había dado un giro de ciento ochenta grados.
Esta vez, Sofía estaba decidida a aprovechar la oportunidad a como diera lugar. No cometería los mismos errores del pasado.
Ella observaba a una hija que parecía más dócil que antes. Tenía algo que decirle, pero no encontraba las palabras para empezar. Sabía que, a veces, lo mejor era dejar que el tiempo se encargara de sanar ciertas heridas y cambiar a las personas.
Sin embargo, el asunto de Valeria…
Apenas cuando iba a decir algo más, se percató de la presencia de Alejandro y Mateo a un lado. Su mirada perdió el brillo y, al final, mejor se abstuvo.
Después de todo, había otras personas presentes.
A fin de cuentas, Valeria era la hija que había criado desde pequeña, y no quería discutir esos asuntos familiares frente a extraños. No quería arriesgarse a que la conversación afectara el ánimo de su hija.
Sofía comprendió las intenciones de su madre y siguió su mirada.
Los dos visitantes intercambiaron una mirad