Mateo, desde el asiento trasero, observaba a la pareja de adelante. Le sorprendió lo bien que se veían juntos, incluso vistos solo de espaldas. El aire tranquilo de Sofía y el aura imponente de Alejandro se complementaban de una forma inesperada.
Al principio, había pensado que su matrimonio era solo una formalidad, una relación sin sentimientos de por medio. Sin embargo, después de pasar este tiempo con ellos, se dio cuenta de que ella no era indiferente a Alejandro. De hecho, ante cualquier situación, buscaba por instinto su opinión con la mirada.
Esta revelación lo hizo dudar aún más de sus posibilidades de ganarse su corazón. Se sentía como el tercero en discordia en una historia que no era la suya.
Mientras ellos parecían tener un matrimonio feliz, él no era más que una rata en una alcantarilla, espiando una felicidad que le era ajena.
Apretó los puños, preguntándose qué camino debía tomar ahora. ¿Qué iba a hacer?
Sofía no se percató del cambio en el estado de ánimo de Mateo. Su