—Eso pregúntaselo a Eduardo, que no me estén enfadando a mí.
La rabia hizo que Sofía alzara la voz con cada palabra, su tono revelaba un resentimiento que ya no intentaba ocultar.
En un principio, la intención de Lorena era solo mantener las apariencias frente a los demás, pero la actitud desafiante de su hija encendió una mecha de furia en su interior.
—¿Así es como le hablas a tu madre? Que no se te olvide que todo lo que tienes te lo he dado yo.
Ante esas palabras, Sofía se quedó sin saber qué responder.
Su madre no había cambiado en lo más mínimo.
Estaba muy decepcionada de ella.
—Entonces, ¿para usted solo soy una herramienta para hacer dinero?
Valeria, al escuchar la pregunta, apenas pudo contener una sonrisa de satisfacción.
Era perfecto. Si seguían discutiendo así, ella saldría ganando sin mover un dedo.
Al ver la expresión de su hija, Lorena sintió remordimiento, pero antes de que pudiera decir algo, Valeria intervino para avivar el conflicto.
—Hermanita, no digas eso. Somos u