En ese instante, Sofía había dejado de pensar. Sus ojos solo veían al hombre que tenía enfrente.
Tenía que admitir que Alejandro encajaba perfectamente con sus gustos. Con cualquier otra persona, jamás se habría entregado con tanta naturalidad.
Al percibir el cambio en la emoción de Sofía, respondió con una pasión aún mayor.
Justo cuando estaban completamente entregados, el sonido estridente de un celular rompió de golpe la atmósfera íntima que los envolvía.
Alejandro se sobresaltó y hasta Sofía recuperó un poco la lucidez.
Lo miró, con un tono que no ocultaba su molestia.
—Es tu teléfono.
—No importa, déjalo sonar —respondió él con voz ronca.
El teléfono sonó por un buen rato, hasta que, finalmente, se detuvo.
Ambos suspiraron aliviados casi al mismo tiempo. Justo cuando Alejandro se disponía a continuar, el timbre volvió a sonar.
Con eso, el deseo se esfumó casi por completo.
La cara de Alejandro mostraba una clara molestia por la interrupción, pero al ver el nombre en la pantalla, c