«¿Será que, sin darme cuenta, me estoy volviendo loca por él...?»
Sofía forzó una sonrisa.
—No, solo estaba pensando en otra cosa. Estoy bien, el proyecto es más importante. Vamos a discutir los detalles.
Al verla así, Gabriel no supo qué decir. Había venido para aprender de ella, no para ser un estorbo.
Ambos se dirigieron a la sala de juntas.
***
Mientras tanto, Alejandro no se había ido a ningún otro lado, sino que regresó a su oficina.
Raúl lo seguía, y con una expresión que reflejaba la frustración que le causaba el conflicto, dijo:
—Señor, ¿se puede saber qué estaba haciendo? ¡Es su esposa! Si la trata así, ¿no cree que lo va a malinterpretar?
Esta vez, a Raúl ya no le importó si lo iban a mandar a África, no pudo contenerse y se desahogó con su jefe.
—¿Cómo se le ocurre hablarle así? ¡De seguro se fue enojadísima!
Alejandro le lanzó una mirada fulminante.
—¿Desde cuándo te permito que opines sobre mis asuntos?
Al escucharlo, Raúl se detuvo, sin atreverse a decir una palabra más.